domingo, 23 de agosto de 2015

Esperando la última ola en Siargao



En Siargao, la vida es fácil. Las excursiones por las pequeñas islas de los alrededores te ofrecen unas playas maravillosas que parecen paraísos de bolsillo, como Naked Island, la isla en la que sólo hay arena blanca, agua transparente y fondos de coral.
Daku es otra de las pequeñas islas que merece la pena visitar. Allí vive una comunidad de pescadores que buscan la sombra de las palmeras mientras limpian el pescado o entrenan a sus gallos de pelea. Más al sur, la cueva de Sohoton y los acantilados de la isla de Buca Grande permiten seguir inmersos en el paraíso. 
Al anochecer, de vuelta a Siargao, es bueno dejarse caer por la Cloud 9, la famosa ola que adoran los surfistas y que cuenta con una larga pasarela para llegar hasta ella. En los bares de los alrededores siempre hay un ambiente agradable y relajado.Se está bien en Siargao, se está bien en Filipinas.



sábado, 15 de agosto de 2015

Siargao, donde el paraíso está más cerca



En Siargao, una pequeña isla pegada a la gran isla de Mindanao, el paraíso parece estar más cerca. Para llegar hasta aquí hay que subirse a un avión en Manila que sobrevuela algunas de las más de siete mil islas que hay en Filipinas. Pasada hora y media aterrizamos en Surigao, al norte de Mindanao. Desde aquí, tres horas en barco nos llevan hasta el pequeño paraíso de Siargao.
Siargao tiene sólo 430 kilómetros cuadrados, pero goza de unas playas y acantilados que la han hecho famosa. La calma también puntúa, ya que en la isla todo parece ir al ralenti. Incluso los autobuses cargados de material avanzan renqueantes, como si no tuvieran ninguna prisa. 

En Siargao la vida parece sencilla, sin complicaciones. Una cabaña en una playa con palmeras es suficiente para darse un baño en el paraíso. El resto consiste en dejarse ir, y en acercarse a las maravillosas playas y a algunas de las olas que han hecho famosa a la isla entre los surfistas. 

miércoles, 5 de agosto de 2015

El río subterráneo de Palawan



La isla de Palawan es una maravilla que invita a pensar que el paraíso existe y se encuentra en Filipinas. Una costa virgen, una vegetación exuberante, pequeñas islas y fondos de coral jalonan un paseo por esta isla que los españoles llamaron, se supone que por similitud fonética, isla de la Paragua.
La capital de la isla, Puerto Princesa, es un conjunto de hoteles, restaurantes y bares que no tiene más virtud que tener cerca el aeropuerto. Para ver la auténtica belleza de Palawan hay que ir más allá, a la bahía de Corón, a la reserva de El Nido o al río subterráneo, que emerge de un acantilado de caliza como una aparición fantasmal. 
La entrada al río, a través de la boca de una cueva, sobrecoge. Una vez dentro, hay ocho kilómetros de recorrido bajo tierra, estalactitas, murciélagos y una oscuridad que contribuye a realzar lo espectacular del río. Fuera, la playa, las palmeras y las colinas rocosas refrendan que Palawan tiene todas las cartas para ser un paraíso.