martes, 23 de mayo de 2017

Los gorilas del bosque impenetrable

Si quieres ver gorilas de montaña en Uganda, el bosque impenetrable de Bwindi es el lugar adecuado. Lo de "bosque impenetrable" le sienta bien de entrada. Suena a lugar límite, salvaje. Cuando te acercas a la aldea de Buhoma ves, sin embargo, que el bosque es más penetrable de lo que parece, aunque tienes que pagar 600 dólares para ir a visitar a los gorilas.

En Buhoma hay varios lodges y tiendas en las que venden gorilas de madera de diferentes tallas y camisetas con gorilas estampados. Si quieres ver los gorilas de verdad, sin embargo, hay que adentrarse en el bosque impenetrable. Precio pago, claro, que los gorilas son un buen negocio. Allí están los gorilas habituados a la presencia humana, con los impresionantes silverbacks

También pueden verse en las vecinas Ruanda y Congo, ya que los gorilas entienden poco de fronteras. Cuando llegas al grupo que te corresponde (previa reserva), puedes estar una hora con ellos, viendo como se alimentan, como juegan, como te ignoran... Es una experiencia única que te lleva a pensar en la gran similitud genética que hay entre ellos y nosotros, lo humanos.




miércoles, 17 de mayo de 2017

La gran fauna africana

En Uganda te encuentras a menudo con esa gran fauna africana que nos deja a los europeos con la boca abierta y los sentidos alerta. Es cierto que aquí no hay el exceso que puede haber en las vecinas Kenia y Tanzania, donde las manadas de cebras y ñus campan a sus anchas, pero también lo es que aquí no hay cincuenta vehículos de turistas por cada león. En Uganda todo tiene una dimensión más asequible, aunque los leones trepadores de árboles de Ishasha merecen todos los aplausos.
Y no son sólo los leones. En el mismo parque Queen Elizabeth, al sur de Uganda, abundan también los búfalos y los elefantes, que suelen caminar con esa parsimonia que parece heredada de siglos, de cuando el hombre era muy poquita cosa en medio de una naturaleza abrumadora.
Cuando te encuentras con un espectáculo así, te das cuenta de que todos los inconvenientes que puede ocasionar un viaje a África merecen la pena. 


sábado, 13 de mayo de 2017

Impresionantes Murchison Falls

Las Murchison Falls, descubiertas por el britànico Samuel Baker en 1863, en la gran época de la exploración de África, son sin duda uno de los grandes espectáculos de Uganda. De acuerdo que las Victoria Falls, en la frontera entre Zimbabwe y Zambia, son más grandes y panoràmicas, pero el hecho de que las Murchison no tengan ningún pueblo al lado te hace sentir más a fondo la fuerza de la naturaleza.
El gran río afronta aquí una garganta estrecha, con lo que el agua ruge y se encabrita, en medio de un estruendo colosal y de una nube de vapor. Acercarse en barco hasta las Murchison, y subir a pie por el sendero que discurre a su vera, es una experiencia que merece la pena.
Cerca de las Murchison, junto al ferry, la imaginación africana ha convertido una antigua boya en desuso en una bola del mundo que parece estar allí para invitar a seguir viajando. Y en eso estamos.



martes, 9 de mayo de 2017

The Road to Africa

Uganda es uno de los países más bellos de África. Las pistas de tierra roja que atraviesan la selva son como una larga cicatriz que nos permite adentrarnos en el corazón del continente. Unos paisajes únicos, de un verde resplandeciente, una fauna salvaje maravillosa y una gente acogedora hacen que el viaje a Uganda valga mucho la pena. Visité el país hace diez años y vuelvo a hacerlo ahora. No me ha decepcionado. Al contrario: me ratifico en que Uganda es uno de los países más bellos, ya no de África, si no del mundo.

Desde el aterrizaje en el aeropuerto de Entebbe, Uganda se muestra como una tierra espectacular, con las orillas del lago Victoria como paisaje destacado, a las que hay que sumar las fuentes del Nilo, las Murchison Falls y varios parques nacionales. Los gorilas de montaña del Bosque Impenetrable de Bwindi son el destino final. Mientras, las largas pistas africanas de tierra roja se extienden como una gran tentación.
Uganda, siempre Uganda.

miércoles, 12 de abril de 2017

La mítica expedición de la Kon-Tiki

Una de las lecturas que más me fascinaban de niño era "La expedición de la Kon-Tiki", del noruego Thor Heyerdhal. En aquel libro publicado aquí por la editorial Juventud había dosis a espuertas de aventura y de sueños realizados a pesar de las muchas dificultades. La pasada semana viajé a Oslo y visité el Museo de la Kon-Tiki, donde se expone la balsa original, además de otros muchos objetos que ilustran la vida aventurera de Heyerdhal (1914-2002). No hace falta decir que, mientras recorría los ámbitos en penumbra del museo, volví a revivir aquellos sueños lejanos. 

De regreso a Barcelona, curioseando en una librería Re-Read, me encontré con un ejemplar del libro, con las famosas cubiertas amarillas de Juventud, y no pude resistirme a comprarlo. 

Mientras lo hacía, tuve la sensación de que se estaba cerrando un círculo que empezaba con mis lecturas de infancia, seguía con mis sueños viajeros de adolescencia y se cerraba con los muchos viajes a lugares lejanos en los que he recordado el libro de Heyerdhal. El último fue precisamente a Oslo, donde pude admirar la Kon-Tiki original.
 

lunes, 27 de febrero de 2017

La playa de hielo

En Islandia, la nieve y el hielo están muy presentes en invierno. En Jökullsárlón, la laguna del glaciar Vatnajökull, son un espectáculo permanente. El hielo de la laguna es empujado hacia el mar y, una vez allí, las olas lo depositan en la playa de arena negra. El escenario es grandioso, como si se tratara de un fabuloso parque de esculturas al aire libre.
 Los campos de lava, las cascadas, los elfos y las largas extensiones de ceniza procedentes de las erupciones de los volcanes hacen que un viaje por la costa Este sea siempre encantador. Otro motivo para regresar a Islandia, en invierno, en primavera, en verano y en otoño. Siempre merece la pena.

sábado, 25 de febrero de 2017

La playa de Reykjavik

En Islandia, las piscinas de agua caliente son el mejor club social. Allí se reunen las familias, se coquetea, se conoce a la futura novia (o novio) o simplemente se pone uno en remojo en unos "hot pots" que para mi siempre están demasiado calientes. Si con esto no basta, uno puede hacerse la ilusión de que está en una playa como las del Mediterráneo en Nauthólsvik, en el mismo Reykiavik. En verano el agua se calienta con los excedentes de la energía geotérmica, pero en invierno los frioleros prefieren quedarse en la piscina de agua caliente que hay a unos pasos de la playa. Sin moverse demasiado y con una copa o una cerveza en la mano. A la islandesa.
A menudo, en las piscinas, cuando ven a un extranjero suelen dirigirle la pregunta "How do you like Iceland?". Es una manera de romper el hielo, y nunca mejor dicho, sobre todo en invierno. De todos modos, hay que reconocer que, incluso en Nauthölskik, hay algunos valientes que desprecian la piscina y prefieren nadar en las frías aguas de la bahía.
La genética vikinga tiene que notarse en algo.