lunes, 28 de marzo de 2016

En la casa donde nació Gandhi

El 2 de octubre de 1869 nació Gandhi en una casa de Porbandar, en el estado de Gujarat. La casa es grande y bonita, pero los que quisieron homenajearle cometieron el error de construir a su lado un palacio que poco tiene que ver con lo que Gandhi predicaba. El collar de lino que te ponen en la entrada es lo que más recuerda al personaje.
En el interior de la casa, una cruz gamada marca el lugar exacto donde nació Gandhi, uno de los grandes personajes del siglo XX. 
Gandhi hilando con la rueca es la imagen que mejor le representa. Lástima que su mensaje pacifista fuera cortado de raíz por su asesino en 1948, un año después de que India consiguiera la independencia.

viernes, 11 de marzo de 2016

De la importancia del "paan" en la India

Mascar paan es casi obligatorio en la India. Casi todos lo hacen. Se trata de envolver en una hoja de betel nuez de areca, tabaco y otras hierbas. Se lo ponen en un carrillo y... a mascar. Al cabo de un rato sueltan unos escupitajos rojos que es mejor esquivar. Dicen que les relaja. En fin. En el viaje por Gujarat unos amigos indios nos enseñaron a mascarlo. No está mal.
Se nota que lo estamos mascando por el carrillo hinchado. Tiene su qué. Claro que, en este caso, no se trataba de mascar nuez de areca, si no cosas más dulces: un relleno de mermelada, especies, etcétera. Ayuda a la digestión, nos dijeron. Una horita en la boca y seguro que te sientes mejor. Ver cómo lo hacen forma parte de la experiencia:
Y luego, a la carretera... Que el camino es largo y las experiencias que nos aguardan son muchas.


lunes, 7 de marzo de 2016

Gaviotas, peregrinos y el templo de Bet Dwarka

A pocos kilómetros de Dwarka se encuentra la isla de Bet Dwarka, en la que los arqueólogos han encontrado evidencias de una ciudad muy antigua. Se llega hasta la isla en barcas que suelen estar repletas de peregrinos, con las gaviotas siempre al acecho, a veecs hasta demasiado cerca. Una vez allí hay que visitar el templo hinduista, en el que de nuevo están prohibidas las fotos. Dicen que allí vivió Krishna.
El paseo por la isla, llena de pescadores musulmanes y de vendedores improvisados, merece la pena. La brisa del mar, el jolgorio de los peregrinos y las paradas en las que se vende de todo marcan el camino.
Es agradable visitar la isla de Bet Dwarka. En el fondo de estas aguas, dicen, estaba el palacio de Krishna, el Señor Oscuro.


viernes, 4 de marzo de 2016

Dwarka, hogar de Krishna y puerta del cielo



Dwarka, a orillas del mar de Arabia, es una ciudad santa para los hindús. Su nombre significa en sánscrito “puerta del cielo” y se cuenta que en ella vivió, hace miles de años, el dios Krishna. En ella se encuentra el templo de Dwarkadhisha, fundado, según dicen, hace 2.500 años. El templo es impresionante, pero no dejan hacer fotos. Antes de entrar hay que dejar cámaras y móviles en una mínima taquilla.


Es una pena que no puedan hacerse fotos, pero me quedo con el recuerdo de los rituales: el fervor encendido de los hindús, la devoción, las plegarias, las ofrendas… Al anochecer hay un vibrante ritual en el que se agolpan cientos de peregrinos. Cuando sale un monje con una lámpara encendida, lo asaltan literalmente para pasar la mano por la llama y llevársela a continuación a la cabeza. 


Hay muchos templos en Dwarka, entre ellos el de Nagheswar Mandir, dedicado al dios Shiva. Donde más puede vivirse la fe de los hindús, sin embargo, es en la desembocadura del río Gomti, donde se descalzan para sumergirse en sus aguas sagradas. Dicen que bajo el mar se encuentra la ciudad de Krishna, fundada, como suele suceder en la India, hace miles de años.


"Road movie" por Gujarat, en la India

Sucede a menudo cuando viajas. Vienes de una paliza de más de veinte horas de vuelo, incluyendo aeropuertos, traslados y cambios de avión, y de repente te meten en un autocar y, casi sin tiempo de descansar, te encuentras inmerso en una road movie que no acabas de entender de qué va. En este caso, llegué a Ahmedabad desde Bombay, me metieron en un autobús llamado Krish y empezaron a pasearme por el estado de Gujarat. Mi compañía: un amigo de Madrid, un yanqui de ciento cincuenta kilos de peso y veinticinco indios que no paraban de sonreir.
En una carretera india pasa de todo: familias enteras en una moto (sin casco, por supuesto), rickshaws repletos, camiones que desafían cualquier límite de carga, conductores que van en contradirección sin inmutarse, una caravana de camellos que se dirige al desierto o una manada de búfalos que cruza con parsimonia el asfalto.
Sabes que, en estas primeras horas, no se trata de comprender nada: estamos en la etapa inicial del viaje, cuando todo consiste en mirar por la ventanilla e ir capturando imágenes que te hacen entender que sí, que estás en la India, un país donde casi todo es posible. El viaje ha empezado y pronto sabrás que has llegado a un nuevo país de las maravillas.