Me gusta el
Hotel Føroyar, donde estoy instalado en Tórshavn, la capital de las islas
Feroe. Me gusta porque se encuentra en las afueras, a una altura desde que la
que se divisa una buena vista de la ciudad, con las casas de colores rodeando
el puerto y la isla de Nólsoy enfrente, con una silueta que recuerda la de una
ballena. El hotel tiene solo dos plantas y está perfectamente encajado en el
paisaje, con hierba en el tejado y ovejas que pacen alrededor.
En Tórshavn
viven unos 15.000 habitantes. Es una ciudad pequeña que puedes recorrer a pie.
El puerto y la pequeña península de Tinganes son las partes más llamativas. Las
casa de Tinganes, de madera pintada de rojo, parecen sacadas de un pueblo, pero
son en realidad antiguas casas de comerciantes que el Gobierno ha restaurado
para instalar en ellas los ministerios. No lo parece, pero desde aquí se llevan
las riendas de las Feroe, unas islas que no creo que tarden en independizarse
de Dinamarca
En los bares de
Tórshavn se escucha música cuando cae la tarde. Música folklórica, música de
jazz, música rock… En las Feroe tienes la sensación que la música es importante
para sus ciudadanos. La música y el tiempo (hoy sopla un fuerte viento y está
nublado) son los principales temas de conversación en las islas.
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