lunes, 13 de enero de 2014

La poderosa Creta del palacio de Cnosos



A pesar de los excesos restauradores de Arthur Evans, que descubrió las ruinas del palacio minoico en el año 1900, merece la pena ir a Cnosos. Aquí puede evocarse la época lejana en que Dédalo diseñó para el rey Minos un laberinto en el que reinaba el terror del Minotauro, un monstruo con cabeza de toro y cuerpo humano al que sólo pudo vencer Teseo con la ayuda de Ariadna, hija del rey. Evans excavó en Cnosos hasta 1941, pero fue una lástima que prefiriera el romanticismo reinterpretador a la restauración respetuosa.
 En el Museu Arqueológico de Heraclión pueden admirarse los frescos maravillosos del palacio, pero es en la vecina Festos donde uno se hace idea del gran poder de aquellos reyes. Quizás porque el palacio de Cnosos no tiene murallas y se encuentra en un llano. El de Festos, en cambio, disfruta de una posición encumbrada desde la que domina el paisaje impresionante de Creta, ordenado desde hace siglos por los humanos.
La sensación que transmite Cnosos es que sus ruinas tienen poco que ver con la Grecia clásica que conocemos. Y es que, de hecho, estamos ante una civilización anterior. Impresiona, sin embargo, pensar que en Creta empieza, en cierto modo, la historia de la Grecia antigua.

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