Chipre es una isla dividida desde 1974, pero no es complicado cruzar a la parte turca, donde lo único que hay que hacer es mostrar el pasaporte y, si vas en coche, hacerte un seguro válido para tres días (no hace falta ni el permiso internacional, el trámite es muy sencillo). Una vez allí, te encuentras con una isla menos túrística en la que hay que pagar en libras turcas y en la que estallan sorpresas como la maravillosa ciudad de Famagusta, con su antigua catedral ortodoxa en ruinas.
Impresiona el gran número de iglesias en ruinas que hay en el casco antiguo de Famagusta. La catedral cristiana fue convertida en mezquita, pero sobreviven las iglesias armenia, nestoriana, templaria, etc. Las murallas que rodean la ciudad, muy bien conservadas, permiten revivir los viejos tiempos en que Famagusta fue el puerto principal de la isla y ciudad de los cruzados que se proponían liberar Tierra Santa.
La visión del minarete adosado a la catedral ya avisa que los turcos la reconvirtieron en mezquita. Todo es raro en Famagusta, pero sus habitantes se muestran muy atentos con el extranjero. Muy cerca, el antiguo barrio de Varosha, que fue escenario de un turismo de élite, aparece como una ciudad abandonada, vigilada por las tropas de la ONU cerca de la línea verde que divide el país. No Man's Land.
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