Empieza una road movie a la tailandesa: de Chiang
Mai hasta Ayutthaya, con parada en Sukhothai. La primera etapa, de 220
kilómetros, nos lleva a Sukhothai por buenas carreteras rodeadas del esplendor
verde del sudeste asiático. Una vez allí, descubro que a la que fue capital del
imperio hace ochocientos años le sientan bien las ruinas.
El Parque
Histórico de Sukhothai, a unos doce kilómetros de la ciudad del mismo nombre,
cuenta con once templos que son ideales para visitar en bicicleta. La entrada
cuesta 100 bahts, más 10 de la bici. Los muros de ladrillos mal encajados, las
columnas que ya no sostienen nada y las numerosas estatuas de Buda que se
reflejan en los estanques recuerdan la gloria perdida.
Fuera de este
recinto, el poco frecuentado templo de Wat Chang Lom muestra un
discreto encanto difícil de superar. Las 36 cabezas de elefante esculpidas en la base le
dan un aire original que se refuerza al atardecer, cuando la luz se vuelve más cálida. Se está bien en Sukhothai,
la antigua capital.