lunes, 26 de noviembre de 2012

Dubai, fascinación por el agua



En Dubai, como a todos los países del desierto, les fascina el agua, que para ellos es sinónimo de paraíso. No sorprende, pues, que en los hoteles de Dubai te encuentres a menudo con murales que evocan paisajes de agua. Las cascadas son el tema favorito; la cascada, agua dulce a espuertas. En el Dubai Mall, como es el centro comercial más grande del mundo, no se contentan con los murales, si no que apuestan por una cascada de verdad.
Los ciudadanos de Dubai acuden a contemplar la gran cascada con embeleso, y sin salir del centro comercial se acercan después al inmenso acuario que permite ver escenas del fondo del mar sin mojarse. 


Si alguien se queda con ganas de más agua, o de nieve, puede ir al Emirates Mall, otro centro comercial enorme que cuenta con la pista de esquí cubierta más grande del mundo. Son 85 metros de altura (unos 25 pisos) y 80 metros de anchura, con capacidad para 1.500 personas que pueden elegir entre cinco pistas, la más larga de 400 metros. Dubai es así: a lo grande.




viernes, 23 de noviembre de 2012

Un anillo de oro de 64 kilos



En Dubai, el exceso es norma. Es por ello que no me sorprende, de paseo por el zoco, ver en el escaparate de una joyería un anillo de 64 kilos de peso. Casi todo es de oro de 21 quilates, aunque también hay 5,17 kilos de piedras preciosas. Pero, ¿a quién puede interesarle comprar un anillo tan grande? ¿Qué haría con él? ¿Lucirlo como un flotador alrededor de la cintura? Probablemente nadie lo comprará, pero, lo dicho, en Dubai se lleva un exceso que les impulsa a hacer siempre lo más grande del mundo. Para deslumbrar, claro.
Hay quien a Dubai prefiere llamarlo You Buy. Suena parecido y remite a la fiebre de las compras que domina este emirato en el que el dinero circula a espuertas. Hay unos dos millones de habitantes en Dubai, de los que 1.100.000 son trabajadores extranjeros. Cuando se quedan sin trabajo, tienen dos meses para encontrar otro. Si no lo encuentran, fuera. Así se explica que las cifras del paro sean bajas en Dubai.
Los ricos de Dubai suelen salir cuando se pone el sol y la temperatura se suaviza. Es entonces cuando ves aparecer los Ferraris, Lamborghinis, Mercedes y otros juguetes de los jóvenes ricos del emirato. Se trata, una vez más, de mostrar al mundo que tienen dinero, mucho dinero. A pesar de que a su alrededor sólo hay desierto... Bueno, y petróleo, claro.




lunes, 19 de noviembre de 2012

Un hotel de 7 estrellas en Dubai

En Dubai son muy dados al exceso. Tanto que al ver terminado el Hotel Burj el Arab, en 1999, no se contentaron con darle la categoría máxima de 5 estrellas, si no que se inventaron la de 7. Supongo que 6 quedaba demasiado cerca del 5, y de lo que se trataba era de deslumbrar al mundo. Este fue el encargo que le dieron al arquitecto británico que construyó este superhotel en una isla artificial situada a 280 metros de la playa. No sólo había que dotarlo del lujo más lujoso, si no que había que provocar olas de admiración.
No puede negarse que el hotel provoca asombro, tanto por su forma de gran vela hinchada por el viento, como por su altura de 280 metros, por el atrio descomunal de la entrada y por sus 220 habitaciones, que van de los 170 a los 780 metros cuadrados. Están decoradas con mármol blanco, láminas de oro, mosaicos y columnas de inspiración clásica. Los precios, ajustaditos: de 8.300 a 36.000 euros la noche.
Hay muchos millonarios que se dan el capricho de pasar unas noches de 7 estrellas, pero la mayoría de los mortales que visitan Dubai se contentan con fotografiarlo desde la playa contigua. Algunos, sobre todo los turistas rusos, aprovechan para sacarse unas fotos con posturitas insinuantes. Me imagino que debe de ser por si algún jeque está asomado a la ventana del hotel. Con lo que pagan, bien se merecen una alegría.


viernes, 16 de noviembre de 2012

Dubai: desierto, petrodólares y ganas de deslumbrar

Una de las mejores cosas de ir a Dubai es viajar en la Business Class de Emirates. Un lujo. Se está tan bien en este cielo provisional que las seis horas de vuelo desde Barcelona se hacen cortas. Es poco tiempo para las muchas películas de la carta, las copas de champagne, los tres platos de la comida principal, los destilados, la comodidad de la butaca... Lo malo que tiene viajar muy de vez en cuando en Business es que cuando regresas al infierno de la clase turista sabes lo que te pierdes y sufres aún más las estrecheces. Una vez en Dubai, el emirato te sorprende por sus ganas de deslumbrar, de anunciar al mundo que son ricos, muy ricos. Un aeropuerto gigante, la torre más alta del mundo (Burj Khalifa, 828 metros), el shopping mall más grande del mundo, el segundo shopping mall más grande del mundo, el anillo más grande del mundo, un hotel de 7 estrellas... y un calor asfixiante que se acerca a los 40 grados.
Dubai deslumbra, desde luego. Enormes galerías comerciales, estaciones de autobús cerradas y con aire acondicionado, hoteles estupendos, una pista de esquí cubierta, Egipcio imitado, el Big Ben imitado... El gran contraste lo ves cuando, a sólo unos kilómetros de Dubai, te das de bruces con el desierto.
Las dunas son auténticas (aquí no valen las imitaciones), y la tormenta de arena que ciega los ojos y difumina el horizonte también. Es lo que tiene el desierto, que por mucho que lo envuelvas con glamour siempre acaba imponiendo su ley. Cualquier día se planta en el centro de Dubai y les recuerda a los ricos emires que, por muchos rascacielos que levanten, por mucho que creen un mundo paralelo, en el fondo todo es arena.


lunes, 12 de noviembre de 2012

Adiós a las islas Marquesas

Para despedirme de las islas Marquesas no se me ocurre nada mejor que hablar de un barco y de un avión. No se trata, por supuesto, de un barco y un avión cualquiera. Ambos tienen nombre propio: el primero se llama Aranui y el segundo Jojo. El Aranui (nombre que significa en maorí camino largo) es el barco que comunica las islas con Papeete, la capital de la Polinesia francesa. Es medio carguero y medio barco de pasajeros, y es una auténtica delicia navegar en él, ya que no sólo te permite desplazarte entre las islas si no también contemplar las entretenidas maniobras de carga y descarga, como la que ilustra la foto en la isla de Fatu Hiva.
El Aranui actual, que ya es el número 3, fue construido en Rumanía, mide 117 metros de eslora y puede llevar hasta a 200 pasajeros. Recuerdo la alegría con que lo recibieron en el puerto de Nuku Hiva. "¿Llega un amigo, un familiar?", pregunté ante tanto alborozo. "Mucho mejor: nos habíamos quedado sin cerveza y el Aranui trae refuerzos", me respondieron. Así es el Aranui. El Jojo es otra cosa. Fue el avión del cantante belga Jacques Brel cuando decidió quedarse a vivir en el paraíso, es decir, en la isla de Hiva Oa.
En vida de Jacques Brel, fallecido en 1978, el Jojo comunicaba Hiva Oa con las otras islas, y cuentan que el cantante siempre lo ofrecía a los enfermos o necesitados. Ahora se exhibe en un museo de la isla, para que el mundo sepa de la solidaridad del cantante belga, enterrado en la isla, cerca de la tumba de Paul Gauguin. Los isleños lo muestran con orgullo, pero añaden que es una lástima que ya no pueda volar.


jueves, 1 de noviembre de 2012

Ua Pou, la isla más abrupta de las Marquesas

Ua Pou seduce, antes que nada, por el nombre, que significa Dos Columnas. Bueno, el que la bautizó se quedó corto, ya que son cuatro las grandes columnas basálticas, de más de mil metros de altura, que dominan el corazón de la isla, contagiándola de un aire misterioso, en especial cuando parecen jugar con las nubes. Situada a unos 50 kilómetros al sur de Huku Hiva, Ua Pou atre por la naturaleza abrupta y una población que valora y practica las danzas tradicionales de la Polinesia.
A Ua Pou se puede llegar en barco, en un par de horas, desde Nuku Hiva, pero hay quien prefiere llegar en avión. El problema, en esta última opción, es que hay que aterrizar en la pista estrecha y en pendiente del único aeropuerto de la isla. Los vuelos que aterrizan lo hacen siempre desde el mar, confiando en que la pendiente les ayudará a frenar. Los que despegan, lo hacen hacia el mar, sea cual sea el viento dominante.
La emoción, como puede verse, empieza en el mismo aeropuerto de Ua Pou, pero hay muchas más emociones que esperan al viajero en esta isla singular, ideal para las excursiones tierra adentro, en busca de una belleza no catalogada y, probablemente, de uno mismo.