sábado, 31 de mayo de 2014

Navegación y música en las Feroe



Dieciocho islas dan para mucho. Por tierra resulta hipnotizante ir saltando de isla en isla, a través de túneles o puentes, para descubrir la belleza inacabable de los fiordos de los Feroe; por mar, a bordo de un velero, puedes ir incluso más allá para contemplar el vuelo ingrávido de las aves, los nidos de los acantilados, la fuerza de la corriente del Golfo y grutas que ocultan una magia como de otro mundo.
En una profunda gruta de la isla de Hestur, el músico Kristian Blak nos regaló un recital en el que su música experimental se aliaba a la perfección con la intensa oscuridad y el murmullo de las olas. Desde lo alto de unas rocas, oculto a las miradas, Blak consigue que su música se convierta en una experiencia casi mística.
Por la noche fuimos a ver a Kristian Blak a un bar de la capital, donde actuaba con un grupo de jazz. Era otra cara del maestro y la muestra de que en las Feroe la endogamia siempre está a la orden del día.

jueves, 29 de mayo de 2014

Los pueblos ensimismados de las Feroe



De repente, en las Feroe, el tiempo cambia. Así, sin avisar. Los vientos atolondrados del Atlántico Norte tienen la culpa. De los 15 grados y ambiente soleado de ayer pasamos a los 3 grados, con cielo cubierto y nevadas esporádicas. Ha llegado el frío, pero a los feroenses no parece importarles. Sólo los turistas del sur ponemos cara de desconcierto. Pero la vida sigue y se impone recorrer las islas en coche, para disfrutar de una luz tamizada por la niebla y la lluvia, y para descubrir, al final de los fiordos y del asfalto, pueblos ensimismados. Es el caso de Gásadalur, con unos pocos habitantes que resisten en un valle idílico, cerca de una bellísima cascada que se desploma sobre un mar gris metálico.
Gásadalur es un pueblo hermoso, como lo es Tjørnuvík, agazapado al final del fiordo de Sundini. Lo que me gusta de Tjørnuvík es la sensación de lugar frágil que desprende, entre las montañas nevadas y un mar amenazante, con una isla disfrazada de bruja justo enfrente.
Hay muchos pueblos como Gásadalur y Tjørnuvík en las dieciocho islas de las Feroe, unidas por una sutil ingeniería de túneles y puentes. En medio, la belleza de un paisaje vestido de verde esmeralda.

jueves, 22 de mayo de 2014

Una habitación con vistas en Tórshavn



Me gusta el Hotel Føroyar, donde estoy instalado en Tórshavn, la capital de las islas Feroe. Me gusta porque se encuentra en las afueras, a una altura desde que la que se divisa una buena vista de la ciudad, con las casas de colores rodeando el puerto y la isla de Nólsoy enfrente, con una silueta que recuerda la de una ballena. El hotel tiene solo dos plantas y está perfectamente encajado en el paisaje, con hierba en el tejado y ovejas que pacen alrededor.
En Tórshavn viven unos 15.000 habitantes. Es una ciudad pequeña que puedes recorrer a pie. El puerto y la pequeña península de Tinganes son las partes más llamativas. Las casa de Tinganes, de madera pintada de rojo, parecen sacadas de un pueblo, pero son en realidad antiguas casas de comerciantes que el Gobierno ha restaurado para instalar en ellas los ministerios. No lo parece, pero desde aquí se llevan las riendas de las Feroe, unas islas que no creo que tarden en independizarse de Dinamarca 
En los bares de Tórshavn se escucha música cuando cae la tarde. Música folklórica, música de jazz, música rock… En las Feroe tienes la sensación que la música es importante para sus ciudadanos. La música y el tiempo (hoy sopla un fuerte viento y está nublado) son los principales temas de conversación en las islas.

martes, 20 de mayo de 2014

Las Feroe, unas islas maravillosas perdidas en el mapa


Desde el aire, cuando el avión inicia el descenso sobre la isla de Vagar, las islas Feroe se muestran como un conjunto de rocas enormes lanzadas al mar, lejos de todo, perdidas en el mapa. Verdes, sin árboles, con mucho agua y con montañas abruptas que se dirían surgidas de un sueño. En el aeropuerto, de reducidas dimensiones, como casi todo en estas islas de en las que sólo viven unos 50.000 habitantes, nos espera Sigurdur, un muchacho animoso que nos propone, aprovechando que luce el sol, hacer un trekking por la isla. Primera lección: la naturaleza, en las Feroe, siempre se encuentra a la vuelta de la esquina.
Subimos al coche y entramos en el fiordo de Sorvagur, envueltos en un paisaje onírico, con cientos de corderos paciendo en libertad y casas de colores con el tejado cubierto de hierba. Nos detenemos a la entrada del túnel de Gasaldur y, guiados por Sigurdur, subimos por el Camino del Cartero. “Antes de la construcción del túnel, en 2006, el cartero hacía esta ruta tres días a la semana”, cuenta el guía. “Con el túnel, todo ha cambiado”.
            La pendiente, tapizada de verde, es pronunciada y resbaladiza, pero sabemos que el esfuerzo de subir ha merecido la pena cuando vemos desde lo alto la majestad del fiordo, los montes que lo abrigan y las islas abruptas que lo cierran. Una maravilla que vale el viajee, como muestra la foto que me hace David Monfil.
Al otro lado de la montaña, tras dos horas de marcha, aparece el valle de Gasaldur, con un verde resplandeciente, una pequeña aldea y una cascada que se desploma en el mar… Es como una escena sacada de El Señor de los Anillos. Sólo falta Frodo.
Regresamos a pie por el túnel para no alargar el primer día. La oscuridad que nos envuelve contrasta con el estallido de luz que nos recibe al otro lado. Es tarde, pasadas las ocho, pero en esta época del año el sol no tiene prisa por ocultarse. Es otro detalle que contribuye a hacer de las Feroe un lugar único en el mundo.

viernes, 16 de mayo de 2014

De Noruega a las Feroe, pasando por Tailandia



A veces los viajes se suceden sin que te de tiempo a descansar. Domingo vuelo a las islas Feroe, después de pasar unos días felices en Camboya y Tailandia (dejo para más adelante las entradas correspondientes a ambos países). Las Feroe siempre me han intrigado, quizás porque son uno de los pocos lugares de cultura nórdica que no conozco. Dicen que el feroés es parecido al islandés y que las 18 islas del archipiélago tienen paisajes maravillosos y gente encantadora. Espero que se confirme. Cuentan con 50.000 habitantes y en la capital, Tórshavn, viven unos 20.000.
Como buena aproximación a las Feroe, consulto El Cuaderno del Feroés, blog dedicado a la difusión de la cultura nórdica que firma Mariano González Campo (Murcia, 1968), un sabio nórdico que estudió en Islandia y en las Feroe y que ha traducido La saga de los feroeses. Leyéndole, da la impresión de que las Feroe están más cerca. 

Las islas Feroe pertenecen a Dinamarca, pero gozan de amplia autonomía. Su bandera no suele prodigarse demasiado, aunque la selección de fútbol las islas participa en torneos internacionales desde 1988. A España no han podido ganarla, pero los feroeses recuerdan con orgullo que en 1990 vencieron a Austria y, más recientemente, en 2009, a Lituania. Toda una hazaña para un país tan pequeño.

jueves, 1 de mayo de 2014

Stavanger: de las sardinas al petróleo

Stavanger es una ciudad de la costa noruega en la que viven unos 120.000 habitantes. Muchos viven del petróleo, el oro negro que hace que Noruega sea uno de los países más ricos del mundo. El nivel de vida es alto, como puede verse en los animados restaurantes y bares de la zona del puerto. A primera hora de la mañana, sin embargo, la ciudad recupera el aspecto apacible de una vieja ciudad marinera que vivía hace años de las conservas de sardina. 
El tiempo pasa y lo que ahora manda en Stavanger es el petróleo, como prueba el moderno Museo del Petróleo que hay en la ciudad. El antiguo Museo de Conservas sirve tan solo para recordar un pasado que no volverá. Las calles del barrio antiguo que lo acoge, sin embargo, ilustran la calma de los viejos días.
Pasar unos días en Stavanger resulta agradable, en especial si es para hacer excursiones a los espectaculares fiordos, como el de Lyse, donde se encuentra la roca del Púlpito, o a las tranquilas y bellas islas del archipiélago que hay justo enfrente. Si además luce el sol, Noruega se convierte en un lugar maravilloso.