Los bares, en
Bangkok, siempre ofrecen un plus, empezando por los tugurios más cutres de
Patpong, siguiendo por los baretos de Sukhumvit y escalando hasta los selectos
locales instalados en lo alto de los rascacielos, como el Sirocco, el Breeze o
el Above Eleven. En este último, además de unas vistas que quitan el hipo,
sirven una comida peruano-japonesa firmada por un discípulo del gran Gastón
Acurio. Ver cómo se pone el sol desde la terraza del piso 33 es un placer de
dioses.
Para los que
prefieran algo más terrenal, el Charlie’s Bar,
en una esquina de Soi 11, es toda una institución. Está allí desde 1982 y ya se
ha convertido en un clásico. Tiene una barra recargada hasta el exceso, unas
pocas mesas al aire libre y cerveza barata. La fórmula es sencilla, pero
irrepetible. No hay nada como el Charlie’s Bar.
En la misma calle, viejas camionetas
Volkswagen, modelo California, ofrecen una alternativa más lúdica,
reconvertidas en bares de luces suaves y buenos cócteles, abiertos hasta la madrugada.
Para los más in, sin embargo, se
impone el Maggie Choo’s, un local a la última inspirado en el Shanghai de los
años treinta. Y es que no puede negarse que en Bangkok hay de todo…
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