Este viaje por Tailandia termina
en Bangkok, una ciudad que puede llegar a ser estresante, pero que también
cuenta con lugares relajantes donde es posible olvidar que estamos en una de
las grandes ciudades de Asia. Uno de estos lugares es el templo de Wat Poh, con
el gran Buda echado, o la Casa Museo
de Jim Thompson, un comerciante norteamericano de seda que desapareció
misteriosamente hace más de cuarenta años.
La calma que desprende la casa es
todo un contraste con los muchos interrogantes que dejó atrás ese hombre que
fue espía durante la Segunda Guerra
Mundial. Aparte de la casa de Jim Thompson, merece la pena subirse a un autobús
fluvial para ver el skyline de la ciudad desde el río, darse un masaje (o varios) y pasear
por Chinatown para comer en alguno de sus pequeños y maravillosos
restaurantes.
Para culminar el viaje, lo que se
lleva en Bangkok son las copas en los sois del barrio de Sukhumvit, donde la
marcha está asegurada, o el shopping
compulsivo. Los infinitos tenderetes de la calle y los centros comerciales, como el
barato MBK o el caro Parangon, parecen estar esperando a los turistas para que
no se vayan de vacío de Tailandia. ¡Y hasta la próxima!
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