Roma siempre vale una escapada. Esta vez estoy sólo unos días, pero el tiempo suficiente para comer en el Trastevere, visitar el Panteón (mi monumento favorito), abrirme paso entre la multitud turística que llena la Piazza Navona, ir al mercado de Testaccio, subir a la colina del Gianicolo (Ah, la grande bellezza) e ir lugares que todavía no conocía, como el cementerio acattolico de Roma, donde yacen ilustres como John Keats, Percy Shelley y Antonio Gramsci.
El cementerio protestante (los italianos lo llaman acattolico) se encuentra cerca de la pirámide Cestia, un monumento interesante terminado en el 12 aC. como tumba de Galo Cestio Epulone.
El cementerio, lleno de árboles y plantas, es agradable, en especial cuando aprieta el calor. Se encuentra cerca de la Porta San Paolo y del Testaccio. Henry James escribió sobre él: "Es una mezcla de lágrimas y sonrisas, de piedras y de flores, de cipreses de luto y de cielo luminoso, que da la impresión de ofrecer una mirada a la muerte desde el lado más feliz de la tumba".
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