En Dubai son muy dados al exceso. Tanto que al ver terminado el Hotel Burj el Arab, en 1999, no se contentaron con darle la categoría máxima de 5 estrellas, si no que se inventaron la de 7. Supongo que 6 quedaba demasiado cerca del 5, y de lo que se trataba era de deslumbrar al mundo. Este fue el encargo que le dieron al arquitecto británico que construyó este superhotel en una isla artificial situada a 280 metros de la playa. No sólo había que dotarlo del lujo más lujoso, si no que había que provocar olas de admiración.
No puede negarse que el hotel provoca asombro, tanto por su forma de gran vela hinchada por el viento, como por su altura de 280 metros, por el atrio descomunal de la entrada y por sus 220 habitaciones, que van de los 170 a los 780 metros cuadrados. Están decoradas con mármol blanco, láminas de oro, mosaicos y columnas de inspiración clásica. Los precios, ajustaditos: de 8.300 a 36.000 euros la noche.
Hay muchos millonarios que se dan el capricho de pasar unas noches de 7 estrellas, pero la mayoría de los mortales que visitan Dubai se contentan con fotografiarlo desde la playa contigua. Algunos, sobre todo los turistas rusos, aprovechan para sacarse unas fotos con posturitas insinuantes. Me imagino que debe de ser por si algún jeque está asomado a la ventana del hotel. Con lo que pagan, bien se merecen una alegría.
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