Me fascinan las tabernas
japonesas, esos locales sin demasiado glamur que pueden encontrarse, por
ejemplo, bajo los arcos del metro elevado de la estación de Yurakucho. Se les
suele llamar izakayas, el lugar donde
se bebe sake, o akachochin (linterna
roja, que es lo que lucen en la puerta) y suelen acoger al caer la tarde a numerosos
empleados de las grandes compañías que tienen su sede en el centro.
En las izakayas se bebe sake caliente, por supuesto, y cerveza fresca, pero también se pueden comer algunos platillos sencillos pero sabrosos, y a un buen precio. Teriyaki, sushi, sashimi, etc. Pero el plato fuerte es poder asistir a uno de los grandes rituales del Japón de hoy, el de los empleados de traje oscuro y corbata que acuden a beber a la salida del trabajo. En la barra de la taberna ves a solitarios de aire preocupado, parejas que discuten y grupos que buscan compañía y el sabor del sake caliente.
Según me cuenta una amiga japonesa, los temas de conversación suelen centrarse en los problemas en el trabajo o en las críticas a la esposa que espera pacientemente en casa. Nada nuevo. Hasta hace poco sólo se veían hombres en estos locales, pero cada vez más acuden también las empleadas que se codean con los funcionarios de corbata. También en esto está cambiando Japón.
En las izakayas se bebe sake caliente, por supuesto, y cerveza fresca, pero también se pueden comer algunos platillos sencillos pero sabrosos, y a un buen precio. Teriyaki, sushi, sashimi, etc. Pero el plato fuerte es poder asistir a uno de los grandes rituales del Japón de hoy, el de los empleados de traje oscuro y corbata que acuden a beber a la salida del trabajo. En la barra de la taberna ves a solitarios de aire preocupado, parejas que discuten y grupos que buscan compañía y el sabor del sake caliente.
Según me cuenta una amiga japonesa, los temas de conversación suelen centrarse en los problemas en el trabajo o en las críticas a la esposa que espera pacientemente en casa. Nada nuevo. Hasta hace poco sólo se veían hombres en estos locales, pero cada vez más acuden también las empleadas que se codean con los funcionarios de corbata. También en esto está cambiando Japón.
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