Dieciocho islas
dan para mucho. Por tierra resulta hipnotizante ir saltando de isla en isla, a
través de túneles o puentes, para descubrir la belleza inacabable de los
fiordos de los Feroe; por mar, a bordo de un velero, puedes ir incluso más allá
para contemplar el vuelo ingrávido de las aves, los nidos de los acantilados,
la fuerza de la corriente del Golfo y grutas que ocultan una magia como de otro
mundo.
En una profunda
gruta de la isla de Hestur, el músico Kristian Blak nos regaló un
recital en el que su música experimental se aliaba a la perfección con la intensa
oscuridad y el murmullo de las olas. Desde lo alto de unas rocas, oculto a las
miradas, Blak consigue que su música se convierta en una experiencia casi mística.
Por la noche
fuimos a ver a Kristian Blak a un bar de la capital, donde actuaba con un grupo
de jazz. Era otra cara del maestro y la muestra de que en las Feroe la
endogamia siempre está a la orden del día.
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