En la base
Vernadsk, que pertenece a Ucrania desde 1996, lo más famoso es el bar. Y lo es
por dos motivos: porque venden un vodka hecho por ellos que entra la mar de
bien, y porque tienen una oferta increíble: un chupito de vodka por un sostén, aunque sea usado. Resultado:
sostenes de distintos colores y tamaños cuelgan de los estantes del antiguo pub
británico.
Antes de
pertenecer a Ucrania, la base era británica, se llamaba Faraday y realizó
mediciones importantes para descubrir el agujero de la capa de ozono. Hoy, sin
embargo, todo parece ir al ralenti. Un par de ucranianos juegan al billar y
otros se entretienen consultando Internet. En el exterior, unos cuantos grados
bajo cero y un campo de fútbol cubierto de hielo, del que sólo asoma la parte
alta de las porterías, se encargan de recordar que en el interior se está mejor
que en ningún otro sitio.
En los grandes
depósitos, rodeados de nieve, alguien dibujó dos dedos que forman la V de Victoria, un par de
palmeras y un sol. Es una manera de proclamar que, a pesar de todo, la vida
aquí puede ser maravillosa.
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