Tres águilas
sobrevuelan el pueblo cuando llego a Langar. Estamos en el corazón de
las montañas, a 1.400 metros de altura, y lo primero que me llama la atención es un cementerio tan grande en un pueblo tan pequeño. Lo segundo es que, entre los enterrados, haya varios centenarios, lo que confirma la
longevidad de las gentes de aquellas montañas.
Langar es un pueblo extraño, con
casas camufladas en la montaña y una hermosa mezquita del siglo XV, un tanto
degradada, que rinde homenaje, según me cuentan, a un santón que se retiró a
estas montañas hace quinientos años, siguiendo el rastro de un camello blanco
que se le había aparecido en sueños.
Los niños que salen a recibirnos nos
saludan en francés. Cuando pregunto a qué se debe, me dicen que en el pueblo
hay un profesor de francés, Ozod. Me llevan a su casa. Es un tipo encantador
que habla un francés aprendido hace treinta años en Tashkent. “Lo estudié
porque me gusta la cultura francesa”, me dice con orgullo. “Pero en Uzbekistán hay
poca gente que lo hable. La gente prefiere el ruso o el inglés, pero a los
niños de este pueblo les enseño francés”.
Ozod tiene 53 años y hace tres días que nació su primer nieto. El hombre está feliz. Comemos en su casa, sentados en el suelo, y a los postres saca unas botellas de vodka para celebrar que ya es abuelo. Brindamos por su nieto, por su familia y por el futuro.
Ozod tiene 53 años y hace tres días que nació su primer nieto. El hombre está feliz. Comemos en su casa, sentados en el suelo, y a los postres saca unas botellas de vodka para celebrar que ya es abuelo. Brindamos por su nieto, por su familia y por el futuro.
Cuando nos vamos, me abraza y me dice: “Pareces un cosaco con este
bigote. Si hubieras llegado al pueblo montado a caballo, blandiendo una
espada por encima de tu cabeza, todo el mundo hubiera pensado que eres un
cosaco. Vuelve cuando quieras. Tu casa es mi casa”.
A la salida de Langar, los niños siguen un centenar de metros al
minibús gritando “au revoire”. Ozod sonríe satisfecho. Gracias a él, los niños de este lugar
remoto hablan francés.
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