miércoles, 24 de abril de 2013

Miles de flores en memoria del genocidio armenio


El genocidio amenio sucedió hace exactamente 98 años. Millón y medio de armenios murieron entonces a manos de los turcos, aunque hay quien eleva la cifra a dos millones. Fue en cualquier caso una barbaridad, una masacre que, por increíble que parezca, todavía hoy muchos países no reconocen. Israel y España, por ejemplo (o mejor dicho, por mal ejemplo), no lo aceptan, aunque sí lo han hecho los Parlamentos de Euskadi y Catalunya. La geoestrategia y los malabarismos políticos para no enemistarse con Turquía tienen la culpa. Vergonzoso. Y, mientras, centenares de miles de armenios desfilan cada año por Yereván para depositar flores en el monumento dedicado a la memoria del genocidio.
Niños, jóvenes y mayores han desfilado unidos, con flores en la mano y el corazón encogido, para recordar a sus antepasados asesinados y luchar por un reconocimiento que tarda demasiado en llegar. La noche anterior, los jóvenes tomaron las calles del centro para, con banderas y velas, luchar por este reconocimiento que se resiste. Confieso que me he emocionado al asistir hoy a esta gran demostración de memoria histórica. Hacía un día espléndido y destacaba en el horizonte el imponente monte Ararat, el símbolo armenio que se encuentra actualmente en territorio turco.
“Mientras un millón de personas desfile cada año, hay esperanza para el pueblo armenio”, reflexionaba Haig, un armenio de la diáspora libanesa. Y un armenio nacido en Argentina me decía: “El peso del genocidio sobre las siguientes generaciones sigue siendo una carga muy fuerte. El reconocimiento global es necesario para aliviarnos, pero pasan los años y no llega…”. 
     En 2015 hará cien años del genocidio. Esperemos que para este año no haya que seguir reivindicando la obviedad de un reconocimiento que, cuanto más tarda en llegar, más llena de oprobio a los países que lo niegan.

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