El próximo martes, 9 de abril, me han invitado a dar una conferencia sobre Uganda y las Fuentes del Nilo en la sede de la Sociedad Geográfica Española, en Madrid. Sólo pensarlo me entra un estremecimiento y me acuerdo del famoso debate que los exploradores Richard Burton y John Speke tenían que celebrar el 16 de septiembre de 1864 sobre quién tenía razón sobre las fuentes del Nilo. Speke sostenía que el río nacía en el lago Victoria, mientras que Burton se agarraba a las Montañas de la Luna. Al final el debate no se celebró, ya que Speke murió en accidente de caza el día antes. Los burtonianos sostuvieron que se trataba de un suicidio causado por el miedo escénico, ya que Burton, mucho más culto, amenazaba con desarbolar a Speke. Pero al final resultó que el pobre Speke tenía razón. De poco le sirvió.
Tantos años después, el debate por suerte ya no existe, por lo que no creo que me entre el miedo escénico, aunque un libro reciente de Tim Jeal, En busca de las fuentes del Nilo, se esfuerza en reivindicar a Speke y en menospreciar a Burton. En cualquier caso, lejos de la polémica, yo sólo hablaré de la maravillosa Uganda, de sus lagos, su fauna y sus verdes colinas. De las Murchison Falls, sin ir más lejos, descubiertas para los europeos por Samuel Baker en 1863 y fotografiadas por mi amigo Xavier Jubierre cuando estuvimos allí hace ya unos años.
No creo que sea muy arriesgado afirmar que Uganda es el país más bello de África. Cierto que Kenya y Tanzania tienen más reservas de fauna y una mejor infraestructura turística, pero en Uganda la emoción se dispara ante paisajes como los de las Murchison Falls o los montes Ruwenzori, llamadas también Montañas de la Luna. Los disturbios que de vez en cuando sacuden a Uganda asustan al turismo, pero sus paisajes espectaculares y sus acogedoras gentes justifican siempre el viaje.
Si le añadimos a todo esto la emoción de pisar el África mítica de los grandes exploradores, el viaje resulta casi irrenunciable.
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