jueves, 16 de mayo de 2013

Stepanakert y la pizza de hierbas



A Stepanakert, la capital de Nagorno Karabakh, se llega por una carretera financiada por millonarios de la diáspora armenia. El último tramo, según reza un gran cartel, se debe a la generosidad de la Comunidad Armenia Argentina. Es una muestra más de que, sin el dinero de la diáspora, tanto Armenia como Nagorno Karabakh lo tendrían difícil para salir adelante. En el centro de la capital, el lifting que se esfuerza en disimular las cicatrices de la guerra ha dejado un centro presentable, con una catedral a medio construir, una avenida propia para desfiles y un paseo peatonal que le da señorío a la ciudad. Eso sí, como te separes ni que sea medio metro del paseo corres el riesgo de caer en una zanja o de tropezar con los cascotes de las ruinas.
El lugar más animado de Stepanakert es, como suele suceder, el mercado. Allí hay vida, colores, campesinos amables y productos llegados de las cercanías. El plato estrella, por cierto, es el jingalov hac, una especie de pizza calzone, en forma de barca y de masa fina, que rellenan hasta con veinte hierbas distintas. Su precio es inferior al euro y está muy rica, aunque no nos quisieron cobrar. Y es que en Stepanakert no abundan los viajeros, por lo menos en esta época del año.
Otros lugares animados de Stepanakert son los clubs de ajedrez o los bares en los que suena la agradable música armenia, con el duduk como instrumento estrella. Pero es quizás la comida, excelente, lo que deja un mejor recuerdo de esta ciudad en la que viven 50.000 personas, una tercera parte de los habitantes de Nagorno Karabakh, un no país al que habrá que volver.

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