Emociona llegar a la garganta de
Olduvai, situada al este del Serengeti, en Tanzania. No puede decirse que sea
un lugar espectacular, pero me emociona saber que estoy en un lugar clave en
cuanto a yacimientos prehistóricos, en la Zona Cero de la humanidad. La capa más antigua
del yacimiento se remonta a 1,9 millones de años y fue aquí donde el matrimonio
Leakey excavó durante cuarenta años buscando a los homínidos más antiguos. En
1931, Louis Leakey vio en Berlín un fósil de esta garganta africana y se le
ocurrió que allí podía estar el origen de la humanidad. El hallazgo de un
esqueleto de 1,75 millones de años alteró la idea que se tenía de la evolución
humana.
La garganta mide 55 kilómetros de largo
en los que se superponen estratos de épocas muy distintas. Sólo te dejan
contemplarlo desde un mirador situado en la parte alta, con lo que la
imaginación tiene que trabajar para hacerse una idea de lo que es Olduvai. Aún
así, la visita merece la pena. Estar allí es como estar echando una ojeada a la
cuna de la humanidad.
Lo curioso de Olduvai es que, en el
museo adyacente, además de restos, huellas y maquetas interesantes, exponen la
bicicleta de un amtropólogo japonés, Yoshiharu Sekino, que entre 1993 y 2004
dio la vuelta al mundo pasando por Olduvai. Los restos de los hominidos más
antiguos son todo un contraste con la modernidad de la bicicleta expuesta.
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