sábado, 8 de marzo de 2014

Entre picos de más de 7.000 metros

El Gangkhar Puensum, la montaña más alta de Bután, mide 7.540 metros. Es alta, muy alta; no en vano estamos en el corazón del Himalaya. De hecho, Bután es una sucesión de montañas y valles (más montañas que valles), lo que provoca que en los desplazamientos por el país tengas que circular por carreteras serpentinas en las que siempre hay algún paso de montaña que se eleva por encima de los 3.000 metros. Un ejemplo: el Dochula Pass, a unos treinta kilómetros de Thimphu. Se encuentra a 3.150 metros y no es nada extraño que al llegar al punto más alto te sorprenda una nevada. 
En lo alto del Dochula Pass se levantan 108 chortens, arropados por la niebla y envueltos en nieve, que reflejan el respeto por la naturaleza que sienten los habitantes de Bután. Desde allí pueden verse, cerrando el horizonte, los picos de más de 7.000 metros, siempre que las nubes se retiren, claro. Es en lugares como éste, cuando se desata la tormenta, donde comprendes que el nombre local de Bután sea Druk Yul, "la tierra del dragón del trueno", ya que piensan por aquí que los truenos son los rugidos de los dragones que viven en la alta montaña.
Las carreteras en Bután son antes que nada un ejercicio de paciencia. Curvas, muchas curvas, y un constante subir y bajar montañas. Al otro lado del Dochula Pass cambia el escenario y la vegetación se hace más de montaña, con gigantescos rododendrons, como los que fascinaban al capitán Haddock en Tintín en el Tibet. Las curvas son las mismas, o más, pero la decoración de los camiones, con colores vivos y ojos pintados junto a los faros, se encargan de animar el recorrido hasta el valle de Punakha, el siguiente destino.


 



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