En las islas Feroe,
a la que sales de la capital, Tórshavn, te das cuenta de que lo que más abunda
son los pueblos pequeños, encerrados en sí mismos y abrumados por una
naturaleza apabullante. Gjógv, en la isla de Eysturoy, es uno de ellos. Viven
en él unas cincuenta personas y se caracteriza por un corte en la costa que da
nombre al pueblo y unas casas de colores bien cuidadas que atraen a muchos
pintores.
En Gjógv hay un
hotel que merece la pena, la Guesthouse
Gjáargar. En la parte nueva las habitaciones son
convencionales, amplias y bien dispuestas, mientras que en la antigua tienen
unos lechos vikingos que se encajan en una especie de armario, bajo el voladizo
del tejado, y de amplios espacios comunitarios.
Se está bien en
Gjógv, caminando por el acantilado, viendo como las olas baten la playa o,
simplemente, mirando desde la habitación como cae la lluvia sobre un paisaje y
unas casas de cuento.
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