Hay una duna en
el desierto del Namib, cerca de Sesriem, que mide más de cien metros de altura y recibe
el nombre de 45. Alguien podría pensar que Namibia es un país tan ordenado, tan
alemán, que hasta enumeran las dunas.
No, no es eso. Lo que pasa es que la duna en cuestión se encuentra en el
kilómetro 45 del parque de Sossusvlei.
Resulta curioso
que para acceder a la región de Sossusvlei tienes que conducir por cientos de
kilómetros de pistas de grava. Y tragar mucho polvo, claro. Una vez en Sesriem,
sin embargo, después de pagar la entrada al parque nacional (unos 6 euros por
persona), se produce el milagro: la carretera es asfaltada y puedes
circular sin polvo hasta la duna 45 o hasta el punto de partida para ir a
Sossusvlei (a unos 60 kilómetros).
Son muchos los
que se animan a subir a la 45, desde hay unas vistas estupendas del mar de
arena, pero merece la pena llegar hasta el final del asfalto para caminar hasta
Sossusvlei, la laguna muerta que
aparece entre las dunas como un paisaje apocalíptico, como un punto final.
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