El paisaje
volcánico islandés vale para todo. Julio Verne imaginó que por el cráter del volcán
Snaefellness se podía llegar hasta el mismísimo centro de la tierra, Russell Crowe está
filmando allí ahora mismo la película El arca de Noé,
Clint Eastwood eligió la isla para algunas escenas de Las banderas de nuestros padres y los personajes de James Bond y
Lara Croft también se sintieron tentados por esos paisajes de otro mundo.
Islandia es una isla tan enigmática y extraña que se presta a todo tipo de ambientaciones y especulaciones. Ahora mismo corre por allí una expedición liderada por el criptógrafo italiano
Giancarlo Gianazza que anda buscando nada menos que el Santo Grial. Sostiene Gianazza que Dante estuvo en el siglo XIV en Islandia, donde escondió valiosos documentos. De hecho, en 2008 ya estuvo por aquí, pero la expedición fracasó. Ahora, sin embargo, su búsqueda se centra en las
montañas de Kerlingarfjöll, en el corazón volcánico de la isla. Si al final encuentra el Grial, dios no lo quiera, ya me veo la isla invadida por los devotos de El código Da Vinci.
Mientras me cuentan las aventuras de Gianazza y el Santo Grial, no puedo evitar acordarme
de Jórmundur Ingi (foto), líder durante unos años de Ásatrú, la religión que
agrupa a los neopaganos y que sostiene que Islandia nunca renunció a los dioses vikingos. Cuando le conocí, hace unos años, me contaba en el Café de París, en Reykiavik, que por supuesto que creía en la existencia de los
elfos, como el 60% de los islandeses. Y añadía: "Es que la naturaleza de Islandia no es una naturaleza cualquiera". En esto no tuve más remedio que darle la razón.
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