martes, 28 de agosto de 2012

En busca de Bobby Fischer


Mientras en el cielo de Islandia se van sucediendo este verano unas sorprendentes y maravillosas auroras boreales, hay turistas que se empeñan en recorrer la isla siguiendo el rastro de curiosos personajes. Tras la muerte de Neil Armstrong, por ejemplo, me cuentan que se han intensificado las visitas al volcán Askja, donde se entrenaron los astronautas antes de ir a la Luna y donde Armstrong debió de ensayar la famosa frase de "es un pequeño paso para un hombre..."

Pero hay otra ruta popular, surgida al margen de los itinerarios oficiales, que intriga a las autoridades islandesas. Cada vez son más los turistas que se interesan por el excéntrico norteamericano Bobby Fischer, campeón mundial de ajedrez entre 1972 y 1975, y no paran hasta localizar su tumba, situada en Selfoss, a unos 60 kilómetros de Reykiavik. Una vez allí se quejan de que no vendan souvenirs. Los mitómanos, ya se sabe.

La trayectoria de Bobby Fischer (1943-2008) es como mínimo curiosa. Se proclamó campeón del mundo de ajedrez en Reykiavik en 1972, tras ganarle al ruso Boris Spassky “el match del siglo”. Después vino el lío: Fischer se negó a aceptar las condiciones para un nuevo enfrentamiento y le desposeyeron del título. Más adelante, en 1992, Estados Unidos le acusó de traición por participar en un torneo en Yugoslavia, vetado por la ONU, y ordenó su arresto. Tras varios años como fugitivo, en 2005 lo arrestaron en Japón y se salvó de la cárcel al nacionalizarse islandés.
Se cuentan muchas cosas sobre Bobby Fischer en Reykiavik, entre ellos los líos de su herencia, ya que tuvieron que exhumar el cadáver para comprobar si era padre de una niña filipina. Al final el ADN demostró que no. Un templo fischeriano es la caótica librería Bókin (foto), que el campeón visitaba a menudo. Me cuenta el propietario, Bragi Kristjónsson, que a Fischer le gustaba pasar las tardes allí, leyendo en un rincón, porque “decía que le recordaba las librerías de Nueva York”. Y cuentan los mitómanos que, si permaneces en la librería el tiempo suficiente, puedes sentir la presencia del campeón entre los libros.

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