La visión de las islas Maldivas
desde el aire, cuando te desplazas en uno de esos pequeños hidroaviones que
ejercen de aerotaxis, es todo un espectáculo panorámico, pero es sólo cuando te instalas en
alguna de sus numerosas islas que se te otorga la oportunidad de bañarte en un paraíso de
playas de arena blanca, aguas color turquesa, arrecifes de coral, peces de
colores increíbles y unos atardeceres rojos que embelesan a los honeymooners, que es din duda la especie que más abunda en las Maldivas.
Tengo que admitir que en islas
como Kuramathi, Velassaru, Maafushivaru o Lonubo se está la mar de bien. Las
dos primeras son de una dimensión mediana, mientras que las otras son pequeñas.
A Maafushivaru, que mide 500 metros de diámetro, puedes darle la vuelta en
diez minutos, mientras que a Lonubo, ínfima, en sólo tres. Aunque a la hora de
la verdad resulta inevitable tardar bastante más, ya que siempre te detienes en
algún lugar para recrear los ojos en sus aguas turquesa, darte un chapuzón o
explorar sus fondos de coral.
Y así pasa la vida en las
Maldivas, con buenas langostas sobre la mesa, cerveza fría y un buen masaje de
vez en cuando para poder soportar tanta dureza y tanto stress.
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