Si algún día
vuelvo a Småland, una región sueca llena de encantos naturales, procuraré
coincidir de nuevo con el baile de los graduados que se celebra a finales de
primavera. Las señoritas del lugar lucen ese día vestidos largos de colores vivos, peinados
de fantasía y sonrisas panorámicas, mientras ellos se ponen unos trajes que se
adivinan alquilados o prestados. En cualquier caso, gracias a este despliegue,
la ciudad de Jönköping, donde aterricé hace unos días, se llena de unos
colores y de una alegría contagiosa.
Había estado
varias veces en Suecia, pero nunca en Småland, una región que merece la pena
visitar. Bellos paisajes, lagos, bosques, pueblos con encanto, iglesias de
madera, amables carreteras secundarias…y encuentros inesperados como el de la
fábrica Husqvarna, con más de trescientos años de historia y una larga
tradición en motos, máquinas de coser, cortadoras de césped y
sierras mecánicas estilo “matanza de Texas”. Puede parecer duro, pero tiene
su gracia.
Cuando vuelva a
Jönköping, procuraré pasar más horas junto a su espléndido lago y visitar la
fábrica de cerillas. Y es que si la visita a Husqvarna dio juego, ¿cómo no va a
darlo el único museo de fósforos del mundo? Por cierto, en la línea de la
novela negra sueca, indica la guía Lonely Planet que el fósforo se usaba, entre
otras cosas, “para acelerar herencias y provocar abortos”. Quién iba a decirlo de las inocentes cerillas…
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