domingo, 27 de octubre de 2013

Lo que queda del mítico árbol del Hotel Stanley



Decididamente, el tiempo pasa. Dejo atrás Mongolia y llego a Kenya para emprender un viaje africano. La ruta apunta a lugares emblemáticos como Masai Mara, el lago Victoria, Serengeti, Ngorongoro, Arusha…, pero la primera parada es en Nairobi, una ciudad a la que no le tengo cariño, probablemente porque las ciudades africanas tienden a crecer mal. Hay dos sitios, sin embargo, a los que me gusta volver: el centenario Hotel Stanley y la Biblioteca McMillan. En el Stanley me gusta revivir historias de exploradores y visitar el árbol en el que dejaban sus mensajes, el Thorn Tree. Pero ya digo que el tiempo pasa y, desde 1998, la acacia del Stanley ya no es lo que era. El viejo árbol murió y lo reemplazaron por uno esmirriado.
En los plafones que rodean al Thorn Tree los turistas dejan hoy mensajes banales. Nada que ver con los de los viejos exploradores. En la parte antigua del hotel, una exposición rescata sin embargo aquel tiempo lejano, con fotos de Karen Blixen, Finch Hatton, etc. Pero ya nada es lo que era: el África de hoy pertenece a los turistas y los exploradores sólo sobreviven en los libros. Para recordar los viejos tiempos es mejor ir a la Biblioteca McMillan, de 1929, en la que las goteras y los grandes colmillos insinuan que el tiempo se ha detenido. 
Los estudiantes pasan horas en la antigua biblioteca, mientras a las puertas de la institución unos jóvenes se pasean con carteles que proclaman que “Corruption is evil”. Justo en este momento siento que el África del pasado y la del presente se dan la mano para encarar un futuro lleno de interrogantes.

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