El aeropuerto
internacional de Mongolia lleva el nombre de Gengis Kan, el guerrero y
conquistador que en el siglo XIII unificó las tribus nómadas del centro de Asia para fundar el Imperio Mongol, que se extendía del Pacífico a Europa y de
Siberia a la India. Gengis
Kan asoma, pues, apenas llego a Mongolia. Es sólo un aperitivo, ya que su
presencia se repite por todo el país. Hay calles, plazas, hoteles y
bares que llevan su nombre, luce bigote en los billetes de tugriks y es también
una marca de cerveza, vodka y tabaco. Gengis Kan está en todas partes en
Mongolia, pero donde más brilla es en la gran estatua ecuestre –la mayor del
mundo, de 40 metros de altura- que se levanta en Tsonjin Boldog, a unos 60
kilómetros de Ulan Bator.
Desde la
disolución de la Unión Soviética,
en 1991, Mongolia se ha esforzado por buscar una identidad que ha encontrado un aglutinador en Gengis Kan. Su figura queda un tanto lejos en el tiempo,
pero los mongoles no se cansan de homenajearle, bebiendo la cerveza o el vodka
que llevan su nombre. ¡Todo sea por el gran conquistador! En el centro de Ulan
Bator, un impresionante Gengis Kan sentado preside la fachada remodelada del
Parlamento. Y a su sombra acuden los mongoles para hacerse fotos de recuerdo, con unas cuantas condecoraciones en el pecho que les avalan.
Gengis Kan lo preside todo en Mongolia. En la gran
estatua ecuestre del conquistador, por cierto, un ascensor permite subir hasta
lo más alto y entrar en la boca del caballo. Es una sensación extraña, pero los
mongoles insisten en que los caballos, omnipresentes en la estepa, son el otro
gran símbolo del país. Es como mínimo una experiencia curiosa... siempre que al
caballo no le dé por relinchar.
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