Norg, a tan sólo 8 kilómetros de
Veenhuizen, es tan bonito que lleva con orgullo la etiqueta de “pueblo más
bonito de la provincia de Drenthe”. Y no hay para menos. Es un pueblecito
agradable de unos cuatro mil habitantes, con una plaza arbolada presidida por
una iglesia del siglo XIII, cuatro o cinco calles empedradas, dos
supermercados, decenas de casas con encanto, unos cuantos hoteles y
restaurantes, un par de gasolineras y dos molinos restaurados, de estos que
parecen a punto de foto.
Con todos estos datos no es
extraño que en Norg predomine un turismo tranquilo, con parejas de holandeses
jubilados que se pasean en bicicleta por la campiña de los alrededores, sin
cansarse demasiado, y acuden al atardecer a recuperar fuerzas a alguno de los restaurantes
de la población, después de admirar las casas típicas con tejado de paja.
De vez en cuando pasa por Norg
una pandilla de moteros. Paran lo justo para tomar una cerveza, echan un vistazo
rápido al pueblo y vuelven a la carretera. Ven que no es su rollo. A los
jubilados, en cambio, les encanta tanta tranquilidad. Plácidos paseos en bici
y, muy de vez en cuando, si buscan “emociones fuertes”, acuden al vecino
Veenhuizen, a dar unas vueltas alrededor de la prisión. Es entonces cuando les
sube la adrenalina e imaginan las situaciones de peligro que es imposible imaginar en Norg.
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