¡38 grados bajo
cero! Brrr… Eso es frío, mucho frío, aunque hay quien piensa que yo me lo he
buscado por viajar a Alaska en enero. Y si además de ir a Alaska me
dejo tentar por la toponimia y decido pasar un par de noches en una cabaña de un
pueblo llamado North Pole, peor todavía. ¡38 grados bajo cero! Brrr… La cabaña
de troncos, en un bosque nevado, parece escapada de un libro de Jack London,
aunque cuenta con una barbacoa y una mesa al aire libre que llevan a sospechar que
en Alaska también existe el verano.
North Pole es un
pueblo en plan Alaska, poco estructurado y con un pasado muy reciente. Pensaban
ponerle Mosquito Junction, pero en los años cincuenta acabó triunfando el
nombre de North Pole, con lo que se ha convertido en una especie de parque
temático en el que una gran estatua de Papá Noel da la bienvenida a los
visitantes que se dan el gustazo de enviar postales “desde el Polo Norte”.
En North Pole
hay una calle Santa Claus, una casa Santa Claus, un parque Santa Claus... La tentación
del Norte se resume bien en este pueblo, otro lugar límite que en diciembre registra
colas de niños ateridos que vienen a entregarle la carta a Papá Noel. La casa de Santa
Claus en Europa se supone en la
Laponia finlandesa, pero en América la sitúan en el Polo
Norte de Alaska. Son cosas de la geoestrategia del consumismo santaclausiano,
aunque, con Papá Noel o sin él, en North Pole siguen a 38 bajo cero…
Brrr!
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