Cuando en los años 80 estuve en el barrio berlinés de Kreuzberg, visitando a un amigo que no acababa de decidirse entre lo punkie y lo hippy, me llevé una buena impresión. Allí, en convivencia con una fuerte inmigración turca, parecía concentrarse la escena alternativa de Berlín. Pasaban cosas en Kreuzberg, un mundo aparte que no tenía nada que ver con la burguesía del centro. Había okupas, artistas, músicos, teatretos, traficantes y gente sospechosa en general. Las cosas han cambiado. Ahora hay una parte de Kreuzberg, cerca del antiguo aeropuerto de Tempelhof, que ha atemperado sus ansias alternativas.
Se vive bien en Kreuzberg, donde el actor Daniel Brühl, por cierto, tiene un bar llamado Raval, donde hacen tapas a la barcelonesa, y donde sigue habiendo artistas alternativos. Si uno se esfuerza, además, puede encontrar, especialmente en Oranienstrasse, los bares de sabor oriental, los döner kebabs y las pintadas de antes, como la del cosmonauta, famosa en otros tiempos.
Dicen que muchos artistas de han mudado de Kreuzberg a Neukölln para huir de los alquileres altos y de la invasión turística, pero si uno se esfuerza en Kreuzberg puede encontrar el ambiente de antes. Por cierto, mi amigo ya no vive allí. Ha aparcado lo punk y de lo hippy, ha formado una familia y podríamos decir que se ha convertido en burgués. Ahora vive en Frankfurt.
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