martes, 4 de septiembre de 2012

El paisaje mineral de la Punta Nati

El viento, a menudo, se lleva todo el protagonismo en Menorca, sobre todo cuando sopla la tramontana. Al caer el día, sin embargo, la puesta de sol le roba el momento estelar. Del lado de Ciutadella, muchos son los turistas que acuden a la Punta Nati para contemplar como los últimos rayos del sol van tiñiendo los muros de piedra seca con tonos de miel o de ron.

El faro que se levanta en el extremo de la punta, marcando el inicio de la castigada costa norte, se erigió en 1912, justo dos años después de que en el naufragio del General Chanzy fallecieran 156 personas. Hubo un solo superviviente en medio de este paisaje mineral, pedregoso, que parece enlazar con otros mundos.
     El viento es el culpable de que no crezca nada en esta parte de la isla. El viento y unas piedras que no parecen tener límite, por mucho que, pacientemente, las hayan ido transformando en muros, cabañas o navetas los pobladores de esta isla maravillosa.

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